La transformación tecnológica y social: una nueva realidad
Las nuevas tecnologías han revolucionado la forma que tenemos de comunicarnos, eliminando barreras que hasta hace unas décadas eran un problema, como el tiempo y el espacio. Han cambiado a la sociedad y nos han cambiado a todos nosotros, nuestra manera de comunicarnos y de estar, transformando hasta nuestras capacidades.
Los cambios producidos en la estructura social son notables, se pasa de lo local a lo global, lo que queda reflejado en el término “glocal”. Las tecnologías han invadido silenciosamente nuestra cotidianidad y están tan imbricadas en nuestro día a día que, en nuestra sociedad, ya no seríamos capaces de entender la comunicación como lo hacíamos hace solo una década, sin apenas redes sociales ni aplicaciones de mensajería.
Nuestras actividades cotidianas ya están apoyadas en procesos técnicos con los que nos hemos familiarizado. Una buena parte de los que no somos nativos digitales hemos adquirido un notable dominio tecnológico, sucede especialmente con los dispositivos móviles, accesibles hasta para personas de avanzada edad.
La inmediatez prima en nuestras relaciones, cada vez realizamos menos llamadas de teléfono, porque aumenta el uso de las aplicaciones de mensajería, como whatsapp o telegram, pero, como advierte el artículo El nuevo marco tecno-social: técnicas y tecnologías coproductoras de un nuevo espacio sociotécnico de Álvarez y Domínguez, la tecnología no es un simple agregado de las prácticas sociales.
¿Cómo han influido las nuevas tecnologías de la sociedad red en nuestras relaciones sociales? Como estos autores señalan, los cambios se presentan en muchos ámbitos, en nuestra forma de hacer y de relacionarnos, en la producción de conocimiento y, también, en las prácticas culturales. Esto se traslada a todas las esferas de la estructura social y a unas relaciones interpersonales en gran parte mediadas por la tecnología.
Estos avances tienen una parte muy positiva, como se pone de manifiesto en las nuevas maneras que adopta la difusión, creación y conservación del conocimiento. Con acceso a la red, podemos conseguir gran cantidad de información en apenas segundos, de múltiples procedencias y sin tener que desplazarnos. Pienso en mi etapa de estudiante de secundaria, o incluso en la facultad, cuando no teníamos teléfonos conectados ni el acceso a internet estaba generalizado y veo cómo se ha transformado el panorama de los estudiantes.
Por otra parte, como señalan Álvarez y Domínguez, la tecnología ha transformado la producción, concepción, gestión y hasta el consumo de la cultura, dando paso a lo que ahora conocemos como cultura digital. Los efectos a la hora de “democratizar la cultura” son más que positivos. En el artículo ¿Sirvenpara algo las redes sociales? publicado en la revista digital www.accioncultural.com, el escritor José de la Peña habla del impacto de las redes sociales en la cultura digital y de su utilidad para crear, financiar, impulsar y dar futuro a la cultura, a través de la creación de comunidades de interés. En él, analiza diversos ejemplos del uso de redes sociales en distintos lugares del planeta para aumentar y dinamizar estas comunidades de interés. Uno de los más significativos es cómo museos como el MoMA de Nueva York, el Louvre de París o el Thyssen de Madrid han pasado del tradicional “prohibido el uso de dispositivos móviles” a invitar a sus usuarios a compartir en redes sociales sus experiencias, para que puedan contribuir a difundir la cultura. Algo que cada vez se ve en más iniciativas culturales, incluso ópera o teatro, que invitan a influencers a ir comentando la representación en tiempo real.
Los profundos cambios provocados por las tecnologías digitales en la configuración social también influyen en nuestras capacidades cognitivas básicas, como memoria, niveles de percepción, etc., al igual que han transformado nuestra concepción del tiempo y del espacio. La interconectividad es necesaria para comprender el nuevo mundo que estamos construyendo, en el que la mayoría de nuestras relaciones sociales se realizan de manera no presencial, a través de mensajería y redes sociales, un buen ejemplo de esto se da en los centros educativos, que han implementado el uso de aplicaciones móviles para comunicarse con las familias.
Los efectos positivos de esta nueva manera de entender los procesos sociales en general están claros, pero ¿sabemos qué efectos secundarios tienen estos avances en nuestras relaciones sociales o en nuestro día a día? La sociedad red nos presta el don de la ubicuidad pero, ¿qué precio estamos pagando a cambio? Cada vez hay más estudios que advierten sobre el impacto de la sobreexposición a las pantallas en niños y adolescentes. Está claro que son sectores más vulnerables, pero todos nos hemos vuelto dependientes de los dispositivos y, en mayor o menor medida, “adictos” a estar conectados. Cada vez más estudios alertan de cómo esto afecta directamente a nuestras relaciones sociales y a nuestra capacidad para estar concentrados.
Cada tanto, encontramos noticias que nos advierten de los efectos nocivos de las redes sociales. En 2017, Chamath Palihapitiya, un ex alto ejecutivo de Facebook, que ahora se dedica a dar charlas a nivel mundial sobre este tema, alertada de cómo las redes sociales están “desgarrando el tejido social”, recomendando que la audiencia se tome descansos en su uso. Aún más extendida está la denuncia de que las redes basadas en imágenes están afectando especialmente a mujeres y jóvenes en la manera en que estas perciben sus cuerpos, como recogía un estudio realizado en Reino Unido por la Royal Society of Public Health y la Universidad de Cambridge.
El impacto negativo en nuestra atención está actualmente en tela de juicio, hasta el punto de que la propia Comisión Europea ha lanzado su propia investigación sobre la era de la hiperconexión, The Onlife Manifesto, basándose en las propuestas del pensador italiano Luciano Floridi, ya que vivimos una época en la que se confunden las fronteras entre lo online y lo offline.
Las ya no tan nuevas tecnologías son parte de nuestra realidad, pero han llegado de una manera tan rápida, facilitándonos tanto determinados procesos, que aún estamos en una fase muy temprana para conocer su impacto real. Influyen en la gobernanza o manera en que los ciudadanos parecen poder estar conectados con la gestión política pero también son fuente de todo tipo de información, verídica y contrastada y fake news. Cómo hacer un buen uso de todos los recursos positivos que tenemos a nuestro alcance quizá es la asignatura pendiente de la mayoría de nosotros.
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